EL HACKNEY, presentación, educación y tipo
Guía del Hackney (1897), Vero Shaw, revisado por J. Barnes.
Antes de concluir con estas observaciones relacionadas con las acción en los andares, puede expresar la opinión de que no importa lo bien que un caballo pueda utilizar sus patas, la presentación que da perderá valor si no lleva correctamente la cabeza y la cola. Un caballo que se lleva bien a sí mismo y se mueve como si disfrutara el ser extendido, no puede fallar en crear una impresión más favorable que uno que vaya con la cabeza adelantada hacia arriba (“poked out” o “asomando”) y llevando la cola como si estuviera atada al cuerpo con una cadena. Por otro lado, un trotador de acción elevada con suficiente libertad y acción en los posteriores, que acarrea los anteriores y posteriores a la vez, atrae la atención y justifica completamente la admiración otorgada. Finalmente viene la más importante cuestión de la educación, ya que un caballo testarudo y mal dispuesto, sin importar lo bien que se pueda mover en ocasiones, nunca dará la impresión que dará un caballo bien educado. Por supuesto que el temperamento tiene mucho que ver con la buena educación, ya que un caballo nervioso, irritable y tensionado será siempre difícil para el trato, pero se puede agregar confidencialmente que el ejercicio de la paciencia combinado con firmeza de parte del domador y entrenador, superará una tendencia natural a la inestabilidad. Sin duda el uso de embocaduras inadecuadas tienen con frecuencia mucho que ver con los malos modales que muestran algunos caballos, pues aunque hay una clave para la boca de todos los caballos, muchos domadores son muy negligentes en su deber de encontrar la más adecuada, con el resultado de que cientos de caballos jóvenes valiosos son arruinados de por vida. Sin embargo el tema del entrenamiento y hechura de caballos jóvenes no entra en el ámbito de aplicación de este trabajo, y por lo tanto no es necesario aludir a esto más allá de ofrecer el consejo de que ningún propietario de un caballo jóven debe confiárselo a un domador, salvo que esté seguro en relación a sus habilidades y confiado en que su jóven caballo no será tratado con dureza o con crueldad, colocándole embocaduras exageradas.
Algo destacable es que no se haya establecido un standard oficial de excelencia por ninguna de las asociaciones de criadores, cuyos miembros están comprometidos en el mejoramiento de la raza que admiran. Si existiera algún pronunciamiento con respecto al Hackney, la cosas serían harían de lejos más fáciles para los criadores, y el público no entregado al espectáculo de algunas desiciones extraordinarias en la pista. Como están las cosas (c. 1908), cada juez es para sí mismo la ley, y en consecuencia cuando ocurre, con dos jueces oficiando, como normalmente es el caso, de ninguna manera es fuera de lo común la ocurrencia de encontrar caballos de tipos completamente opuestos ganando premios en la misma categoría. No se puede esperar, por supuesto que cualquier standard de excelencia pueda ser aplicado exactamente de la misma manera por diferentes jueces, ya que cada persona podría llevar a cabo en el mayor grado posible, sus propias ideas; pero al mismo tiempo se podrían imponer algunos límites en el ejercicio extremo de prejuicios a favor o en contra de determinadas características. Hoy en día la tendencia de la época es toda a favor de una acción sensacional combinada con calidad. La primera es suficientemente buena, pero la fijación de importancia indebida al último atributo está calculado, como ya se señaló, a perjudicar la raza, ya que los caballos llamativos de construcción liviana, es probable que produzcan crías incluso más livianos que ellos mismos. Por lo tanto, salvo que se estimule al viejo tipo de yeguas de construcción más poderosa, el futuro del hackney como caballo de atalaje o arnés, no es prometedora. No hay ningún caballo que pueda tener la posibilidad de mantener una posición en la estimación del público, salvo que sea capaz de lograr algo más que moverse algunas veces alrededor de una pista delante de un transporte con ruedas spider, el peso del cual se puede calcular en onzas (1onza = 283gr). Este no es el tipo de caballo para tener en uso para un gobierno deseoso de criar caballos de artillería o comisaría, y para el público que requiera caballos para el uso ordinario en los caminos, no le encontrará ninguna utilidad a ese tipo de Hackney. Incuestionablemente un movedor sensacional siempre llevará al logro de precios altos para objetivos de exposición, pero cuando se tiene en cuenta la poca cantidad de animales de ese tipo que hay, y la inutilidad comparativa del caballo de hueso liviano, maleza inadaptada de la cual hay demasiada, se debe reconocer de que ha llegado el tiempo de darle más importancia a la consistencia en el Hackney del futuro.
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