1.- Historia de la raza Hackney: La primera época.

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EL Hackney, la primera época

Guía del Hackney (1897)– Vero Shaw, revisado por J. Barnes.

Del peso pesado de los caballos de silla, al más refinado caballo de exposición

Vero Shaw escribía en 1897 que a pesar de que el Hackney no puede aspirar a ser considerado en intensidad por el público, con el mismo interés sentimental ligado al árabe, o de ser aceptado como el Sangre Pura de Carrera (SPC) como un patrimonio nacional inglés, no se puede negar el hecho de que la raza se ha ganado por sí misma el respeto de todas las naciones que en el mundo crían caballos. También se puede afirmar que el Hackney pertenece a una de las más antiguas variedades de caballos británicos, aunque está libremente concedido que el mismo, en común con otras razas, ha sido de vez en cuando, sujeto de muchas modificaciones en el biotipo. De hecho el Hackney ha tenido una gran rol en el curso de los siglos que transcurrieron desde que el primero fue reconocido por los escritores sobre temas equinos, porque en una época estuvo entre las principales razas de tiro, considerado como un valioso animal de caballería. En los viejos tiempos sus méritos como un trotador rápido fueron muy apreciados, lo que produjo que los criadores norteamericanos recurrieran a sus servicios para mejorar sus razas de caballos livianos. Después fue reconocido como el peso-pesado de los caballos de silla británicos; pero cuando apareció el servicio del ferrocarril en escena y sus servicios no fueron mas requeridos, la habilidad y paciencia de sus dueños lo transformaron en el animal que es en el presente, el más refinado caballo de exposición con acción elevada del mundo (harness horse).
Todos estos hechos relacionados con el Hackney del pasado y del presente serán debidamente referidos en las páginas siguientes, pero la oportunidad, puede ser utilizada para enfatizar el punto al cual el autor le atribuye considerable importancia como indicativo del valor y prepotencia de la raza, es decir, el hecho de que la conexión entre el Hackney y el Pura Sangre de Carrera (SPC) de hace ciento cincuenta años (hoy 263 años), estaba mucho más cercana de lo que mucha gente se imagina.

Hay , por supuesto, pruebas positivas en innumerables casos en las corrientes de sangre del Hackney moderno que van directamente por la línea del macho a Flying Childers, un hijo el mismo de Darley Arabian; pero , como es natural, las antiguas genealogías (pedigrees) de las yeguas fueron muy mal conservadas, y por lo tanto uno es conducido a la inferencia cuando se ofrece la sugerencia. Con toda probabilidad las hembras de muchos Hackneys de mediados de los años setenta (del siglo XVIII) estaban estrechamente relacionadas a madres que estaban produciendo piedras angulares del Stud Book General. En cualquier caso, no se niega las existencia en ese período de yeguas galopadoras y trotadoras y sin lugar a dudas el pura sangre provino de la primera, y el Hackney o raza de trote, de la segunda, de padrillos, si bien no idénticos, en cualquier caso criados sobre líneas muy similares. Sobre este punto habrá muy poca duda razonable, si la hay, la única dificultad que existe es rastrear la conexión, la cual se espera haya existido entre las yeguas, antes del tiempo en que el SPC y el Hackney se ramificaron en líneas diferentes.

Origen de la palabra Hackney

El origen de la palabra “Hackney” ofrece un evidencia amplia que prueba la antigüedad de la raza, ya que proviene del término anglo-sajón hnegan, relinchar, el cual en un período posterior de la historia de Inglaterra se fusionó en el término normando haqueneé,  el cual, por cierto estiramiento de la imaginación, puede ser aceptado como derivado de la palabra latina equus.

Historia de la primera época

Sería una pérdida de tiempo improductiva el ir hacía atrás más allá del tiempo de las invasiones romanas, ya que tendría que haber una buena dosis de confianza, de como era; pero de su tiempo al presente las referencias al Hackney, ya sea por su nombre y sus posición como el caballo de silla del período, son abundantes y en muchos casos autorizadas. Puede señalarse que los romanos reconocían dos tipos de caballos de silla: aquellos que trotaban (diagonalmente) conocidos como Itinerarii y los ambladores o Ambulaturarii. El Hackney sin duda estaba incluido en mayor o menor medida en las dos categorías, pero la existencia de algunos caballos trotadores muy superiores en aquella parte del país la cual había sido invadida por los daneses, sugiere que estos últimos reconocían el valor de la acción en el trote y le dedicaron alguna atención en su fomento. El rey Esteban (1135-1154), cualquiera sean los defectos que haya tenido, era claramente un creyente en el caballo de trote, como lo demuestra el gran sello de su reinado con un hombre montado en un caballo moviéndose en este andar,

pero su sucesor inmediato parece haber sido devoto del mejoramiento del caballo pesado. Sin embargo a principios del siglo XIV, el término Hackney, escrito de varias maneras, ya era de uso corriente en Inglaterra.

“El padrillo trotador (The Trotting Stallion)

El rey Enrique VIII (1491-1547), entre varias sabias ordenanzas emitidas para el mejoramiento equino, incluía una bajo la cual cada arzobispo y duque se vio obligado a mantener siete caballos trotadores de silla; cada obispo, marqués y earl (equivalente a un conde) cinco; y otras personas de alta posición de tres a uno, de acuerdo a su condición. La inclusión del término “Padrillo trotador” en el acta antedicha de Enrique VIII, tiende a demostrar que la palabra “trotador” (trotter) ya ocupaba una posición en el vocabulario del hombre inglés suficientemente prolongada en el tiempo para que el sentido de la palabra fuera entendida en general. Sin embargo en Anglia Oriental (condados de Norfolk, Suffolk, Cambridge y Essex) estaba en uso mucho antes de los días de Bluff King Hal (sobrenombre del rey Enrique VIII que significa franco, jovial y caluroso), ya que la mujer de Sir John Paston, escribiéndole al marido alrededor del año 1465, hace alusión a la compra reciente de tres caballos en la feria de St. Faith’s, agregando la información que son “todos buenos trotadores, razonablemente correctos,  Dios los salve y serán bien cuidados.” En los días de la reina Isabel los méritos del trotador como caballo de remonta de caballería eran completamente reconocidos, ya que todo lancero y jinete liviano fue obligado a unirse a su regimiento montado en un caballo o padrillo trotador.

Blundeville escribe sobre caballos trotadores

Cuando Blundeville, el primer escritor inglés que trató exclusivamente con temas relacionados a caballos, escribió en 1609, la situación del trotador como caballo militar parece haber estado bien establecida, ya que alude al hecho de que “algunos hombres por ventura tienen una raza de grandes trotadores para reunir para la guerra y para el trabajo en el campo,” mientras que después añade “el paisano normal que por ventura tenga una raza para tiro o carga.” Nótese que Blundeville, era un hombre de Norfolk, que residía en Newton Flotman, y sus alusiones a “algunos transportistas que van con carritos” los cuales eran “tan exquisitos en la elección de sus caballos que, a menos que los mismos fueran tan lindos a la vista como buenos en su trabajo, no los comprarían,” habla del volumen de los caballos de ese período remoto. Que Blundeville estuviera profundamente imbuido por un sentido de admiración al trotador se hace obvio en la citas siguientes de otro de sus escritos, los cuales están referidos al tema de las yeguas de cría. En esto expresa su opinión de que las yeguas deben ser de “de una estatura elevada, fuertemente construídas, largas y buenas y tener un andar de trote… Porque no es digno para el respeto de los conductores que el caballo de servicio deba amblar.”

De Grey como profeta

Un escritor de nombre Thomas De Grey, que aparece como el autor del libro “El Caballista Cabal y Experto Herrador”, durante el reinado de Jaime I (1566-1625), era un entusiasta admirador del caballo de coche, tanto como condenatorio del SPC y el Hunter (caballo de salto para cacerías), de la época. De hecho, De Grey parece haber estado ejercitando en su mente la cuestión del caballo de remonta deseable, ya que mantenía una pobre opinión sobre el valor del caballo de carreras de su época para ese tipo de trabajo. Con más fuerza deploraba la disposición vigente de descuidar la cría de la clase de animal para remonta. del cual sostenía “el mayor honor antiguo de peculiar equitación del Reino” y agrega que “si se nos presiona con pensamientos de defensa nos veremos forzados a tirar los caballos de coach (coches grandes que después fueron diligencias) o cart (carrito) para completar nuestra tropa.” La aplicación de la última cita a los eventos de tiempos más recientes al menos titula a De Grey con el honor de ser un verdadero profeta, incluso si no se puede en la opinión de todos, elegirlo como un buen juez de caballos. Muchas de las ideas que se comprometió a escribir, sin embargo son, perfectamente acertadas, ya que describe al caballo de ser “estimado” en los términos  siguientes: “Bueno y serviciable, bien animoso, enérgico y robusto, de condición amable, de un trote y andar redondo y lindo, bien nacido, obediente en la boca, seguro en la pisada, duro, fuerte y fácil. Su idea sobre el caballo de remonta deseable era como sigue: “Si lo diseñas para la guerra , entonces el trote elevado es más para tenerlo en estima y saber si esta limpio dentro de sí toma en cuenta estas observaciones – en la elevación de las patas y cuando pasa moviendo los miembros, cuando el posterior más lejano y el extermo anterior izquierdo van hacia delante, de la misma manera lo deben hacer las otras dos patas en buen orden e igual distancia.” Por supuesto, la caballería de aquellos lejanos días estaba equipada de modo diferente a la de los tiempos modernos (1897), y consecuentemente las opiniones de De Grey con respecto a la selección de caballos de remonta importa poco; pero la cita anterior es valiosa para probar que tal forma de acción en el andar, el trote elevado, existía cuando el escribió.

 La Cría en el siglo XVII

A la llegada del siglo XVII la atención principal de los criadores de caballos parece haber estado puesta directamente hacia el descubrimiento de la mejor clase de padrillos para poner a sus yeguas, la calidad de los cuales era muy alta, gracias a los exitosos esfuerzos de sus antescesores. De hecho, el duque de Newcastle, en su famosa y larga publicación afirma “No hay mejores que las yeguas inglesas para la reproducción en el mundo; pero entonces se deben elegir padrillos que se adapten a ese nivel de calidad.” Es casi de temer que tales palabras doradas de sabiduría se hayan perdido de vista por algunos criadores modernos que regulan sus decisiones en base al principio fortuito (por azar) de cruzar ganadores de premios con ganadores de premios, y esperando lo mejor; pero la orden del Duque parece haberse establecido en el corazón de sus contemporarios.
En todo caso, alrededor de la mitad del siglo XVIII las bases de muchas de las razas británicas líderes se habían realmente establecido, siendo el resultado de que los trabajos de aquellos cuyo objetivo era aún más el mejoramiento de los caballos de esta isla, se habían reducido considerablemente, ya que encontraron los materiales a mano, y solamente tenían que ejercitar una apreciación racional pensando en sus cruzamientos. Cuanto de bien lo lograron, los registros del presente son el más amplio testimonio y en ningún caso es mayor tributo a la habilidad de los criadores del siglo
XVIII disponible, que aquella proporcionada por el Hackney. El ancestro del Hackney por la rama paterna es incuestionablemente el SPC (thoroughbred), de la línea de Darley Arabian, el caballo de sangre con mayores títulos para
el crédito de haber establecido la raza como hoy existe, siendo el famoso pequeño Flying Childers, quien, a pesar de lo bajo de su alzada, se distinguió inmensamente tanto en el turf como padrillo. Fue su hijo Blaze que tuvo a Shales – ahora referido como “el original”, ya que muchos caballos del mismos nombre aparecieron desde sus días, quién a su vez fue el padre de Driver, de una yegua por Foxhunter, un hijo del SPC Sampson, y Scot Shales, que provenía de “un Hunter de buena cría”. Estos dos caballos pueden ser considerados como pilares verdaderos del Stud Book del Hackney. Por supuesto que una gran parte de duda va a prevalecer en relación a la clase de yegua sobre la cual se construyó el tipo del Hackney moderno, pero se puede repetir lo expresado anteriormente, de que se trataba de un tipo trotador. Esta teoría está reforzada como se verá más adelante, por el hecho de que alrededor de 1797 el deporte
del trote estaba ampliamente consentido en Inglaterra, y consecuentemente hay poco lugar a la dudas para afirmar que las buenas yeguas que tenían estos andares se apreciaban bien. Incluso es muy probable también que las hembras de la variedad de pack horse (caballo de carga o carguero), también conocido por Chapman’s horse, eran muy utilizadas por los criadores de Hackney de la época, ya que para el mismo, cuyas principales fortalezas eran Devon y Yorkshire, eran incuestionablemente de una raza muy valiosa, y por lo tanto nunca se permitió que se extinguiera.

 


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